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Nuestra Señora de la Oliva

La imagen de Nuestra Señora de la Oliva fue bendecida por el Rvdo. D. José Luis Portillo González, en la tarde del sábado 17 de marzo de 2001. Fue realizada por el imaginero doctor en Bellas Artes, Juan Manuel Miñaro López, entre agosto de 2000 y marzo de 2001 inspirándose en la primera dolorosa de la corporación, obra póstuma de Sebastián Santos.

La Hermandad encargó la dolorosa con la idea de que recogiera los rasgos característicos de la primitiva dolorosa de Sebastián Santos que fue pasto de las llamas en el infortunado incendio de 1982. Aunque recoge rasgos generales, las características estilísticas de ésta, Miñarro supo impregnarla de personalidad propia.

Es una obra neobarroca realizada en madera de cedro, posee un candelero ovalado estructurado en ocho listones y su altura es de 173 cm. La Señora muestra la cabeza frontal, con una leve inclinación hacia la derecha. Ésta se encuentra tallada en su totalidad, estando el pelo recogido en un moño bajo sujeto por un peinecillo dorado con su nombre. El rostro, de suave policromía, es entrelargo, y presenta una nariz de aletas finas, frente despejada y cejas delgadas. Uno de los rasgos más característicos de la imagen son los ojos de cristal, que consiguen darle gran realismo. De éstos brotan cinco lágrimas que resbalan por las mejillas, dos en la izquierda y tres en la derecha, situándose una de ellas entre la nariz y la boca, produciendo cierta sensación de congoja. La boca se encuentra entreabierta en disposición permanente de exclamación o suspiro, pero dentro de un gesto natural. Respecto a los diente, realizados en marfil, están tallados los superiores. En la lengua, realizada en una pieza independiente, el imaginero tiene su firma. Debemos añadir la perfecta factura de las manos en posición extendidas. Poseen unos dedos finos y estilizados, donde se puede palpar cierta idealización.

Todas estas características hacen que la Virgen posea un porte señorial, conseguido mediante una belleza serena de gran naturalidad y realismo.